-----FRANCISCO NOS HABLA DE LA IGLESIA-----

El Papa Francisco hace ya algún tiempo que sobrepasó el lustro al frente de la Iglesia, pastoreando el rebaño del Señor Jesús y tratando de impulsar la paz y la justicia en el mundo. Uno de esos intentos, y fruto estupendo, es la última Encíclica: Fratelli tuti (3-10-2020), centrada en la fraternidad humana.

Pero –como es propio de un hombre entregado a Dios y elevado al Supremo Pontificado en la Iglesia-, el objetivo y desvelo principal del Papa ha sido la Iglesia, nacida del costado abierto del Señor en la Cruz y en el Cenáculo el día de Pentecostés.

Así, en este tiempò, como la lluvia que cae a la tierra suave y pausadamente, dejándola mullida y bien empapada –para que germinen frutos de toda especie y color-, así Francisco se ha prodigado durante estos años, dándonos a conocer los tesoros de gracia y santidad que descubrimos en la Esposa de Cristo, además de su propio misterio sobrenatural.

Son muchos los temas y cuestiones que ha tratado. En primer lugar (Parte I) podríamos destacar la realidad de la Iglesia que el Señor fundó tras su marcha al Cielo y el envío del Paráclito Consolador.

¡Es la primitiva Iglesia!, que nosotros no hemos podido conocer, pero que leyendo y meditado los Hechos de los Apóstoles –como ha hecho el Pontífice, y aquí recogemos-, nos llena de admiración y agradecimiento a Dios. No es que queramos volver a aquel tiempo, lo cual es del todo imposible, pero sí que nos gustaría seguir el modelo que nos ofrece, aunque no falten defectos y pecados de parte de los seres humanos.

Luego, en la Parte II contemplamos la realidad de la Iglesia, tal como la conocemos hoy, con sus tesoros y cualidades propias. En primer lugar como misterio sobrenatural de Dios que, en su Misericordia, ha otorgado a los hombres, en orden a su santificación en el tiempo y salvación eterna.

Luego sus cualidades descriptivas, o riquezas sobrenaturales, como Sacramento universal de salvación, Pueblo de Dios, Cuerpo místico de Cristo, del Redentor y Templo del Espíritu Santo. Sin olvidar, claro está. sus Notas características, entre las que echamos en falta la Santidad de la Iglesia, por la sencilla razón que no ha sido ampliamente tratada.

Luego tratamos de su dinamismo pastoral, abordando temas como el ecumenismo, las misiones, la pastoral, la evangelización…

Y, por último, su vitalidad y futuro, considerando también algunos de los peligros que la amenazan.

En definitiva –como podrá considerar el lector-, Francisco nos ha confiado un gran legado doctrinal sobre la Iglesia Santa, lo cual agradecemos profundamente.

Conocer, estudiar y orar en torno a estas enseñanzas, podrá ser un gran estímulo para conocer mejor a la Esposa de Cristo y Templo del Espíritu Santo, que nos llevará a amarla más y a servirla con todas nuestras fuerzas, pues ¡es servir a Cristo!

Con ello saldremos mejorados, como escribió san Agustín: “Amemos al Señor, Nuestro Dios; amemos a su Iglesia. A Él como a un Padre; a ella, como a una madre”[1]. Amando y trabajando por la Iglesia, ¡sabemos que servimos a Dios, y también a los hombres. ¡El Espíritu Santo vive y ora en nuestros corazones!

¡Pocos deseos tan nobles y elevados pueden comparase a este!... ¡Ninguno, ciertamente!…

Presentación