-----CORONAVIRUS, ¿qué nos dices?...-----

Hace algo más de medio año, en torno al mes de diciembre, estalló en Wuhan (provincia de Hubei, China) una bomba con la que no contábamos, algo que cogió desguarnecida a la entera humanidad.

Un virus, conocido con el nombre Covid-19 irrumpió en un mundo, que vivía tranquilamente instalado en la vida moderna (donde más duramente azotó ha sido en Occidente), estimando muchos que habíamos alcanzado cotas de progreso y bienestar impensables en otros tiempos, lo cual es verdad, como si no fuéramos abatibles…

Hasta ese momento, la vida del mundo era apacible y serena. Pero el coronavirus pronto se mostró muy agresivo y letal. Desde entonces fallecieron más de 5.000 ciudadanos chinos.

Lo que en principio parecía no iba a ser muy preocupante, pronto mostró que nos equivocábamos. Poco tiempo después, el Covid-19 fue localizado en Italia. En pocas semanas los muertos y contagiados se contaban por miles.

Mientras tanto, España –tenemos la impresión- dormía plácidamente, dado que cuando los italianos ya estaban confinados en sus casas, aquí apenas si preocupaba la cuestión, o al menos no había gran movimiento...

Pero a partir del 8 de marzo, tras la celebración del Día de la Mujer, el virus se expandió con gran rapidez, causando innumerables enfermos y fallecimientos. A fin de erradicarlo, el Gobierno decretó el estado de alarma.

Pronto los profesionales de la salud, comenzaron a verse desbordados y carentes de los medios necesarios para combatirlo. Ante la emergencia nacional, surgió un movimiento de gran solidaridad en toda España.

Médicos/as y enfermeras/os no daban abasto en su atención. Los hospitales se saturaron. El Ministerio de Sanidad pronto salió al paso, a fin de orientar a los ciudadanos convenientemente, para evitar el colapso sanitario.

De España se elevó un clamor de sufrimiento al Cielo. Al cerrar este libro, son casi 150.000 personas fallecidas, y 2.500.000 los contagiados. A nivel mundial, causa escalofrío: más de 2.000.000 muertos y casi 80 millones de contagios. Y en el futuro próximo, ¡ya veremos!, pues no parece vayamos a erradicarlo en breve... Será muy incierto mientras no se logre una vacuna, que nos proteja.

La verdad sea dicha: ¡no estábamos preparados para esto!... Aunque no explícita, sí al menos implícitamente, los hombres y mujeres de hoy nos sentíamos seguros de nosotros mismos. Vivimos en una sociedad que tiene todo a su alcance, con unos niveles de confort y bienestar inauditos, con la cibernética e Internet todo parece al alcance de nuestra mano… El hombre y la mujer comienzan a viajar por el espacio sideral con gran soltura, como si de su casa se tratase…

¡Pero he aquí que se ha presentado el coronavirus!... ¡Y lo ha hecho sin pedir permiso!, cuando ahora somos más poderosos y autosuficientes que nunca…

La realidad se ha impuesto por sí misma. Nos ha transmitido otro mensaje, muy distinto: ciertamente, hombres y mujeres hemos llegado a donde nadie pensaba, prácticamente todo cuanto nos proponemos lo alcanzamos, ¡y con rapidez!...

Pero, ¡nos hemos dado cuenta!... La realidad del coronavirus nos ha venido a recordar que no somos tan grandes, ni mucho menos intocables.

Ante la crisis desatada, surgió la idea de redactar este libro. Estimo que el Señor Dios ha guiado mi mano, para trazar sus capítulos y contenidos. Considero que está escrito desde el amor que –como sacerdote- guardo hacia todo ser humano, ¡a nuestra querida España, y al mundo entero!...

Lo hago desde la humildad y el lamento de no poder hacer más por tantas personas que sufren tanto, y que deambulan inquietos por encontrar alguna luz que les ayude a comprender el sentido de cuanto está sucediendo, y a construir sus vidas con esperanza. Espero que las páginas que siguen sirvan a ese objetivo.

¡Es una lástima –un gran vacío- que se haya hablado tan poco de Dios (cómo ha sucedido esto, qué espera de nosotros, qué debemos hacer…) en estos meses pasados!

Cuando estamos en plena campaña de vacunación, parece que tocamos con los dedos el principio de la solución.

Presentación