Podríamos decir –sin temor a equivocarnos- que nos hallamos en un momento crucial de la historia y del pensamiento. Seguramente, cada generación de hombres y de mujeres, sensibles a los problemas de su tiempo, con sus grandes retos y desafíos, lo habrán experimentado así…

Pero eso no nos lleva a retractarnos de lo afirmado. Todo lo contrario. Cuando son muchos, y muy poderosos, los que opinan que el progreso de la humanidad a lo largo de los siglos es rectilíneo, y siempre a más,…nos surgen ciertas inquietudes si atendemos a la realidad de las cosas, a cómo se va plasmando la vida humana, en forma de criterios objetivos a fin de constatar si se da tal progreso o no. Sabemos, empero, que los términos empleados no son de su agrado, pues los consideran metafísicos.

De todos modos, baste fijar algunos criterios: el amor a la vida humana (en todas sus manifestaciones), ¿es mayor hoy que ayer?; la tutela y promoción de la paz en el mundo, ¿es total, plena?; ¿hemos alcanzado la verdadera justicia, después de tratar tanto de ella, a todos los niveles?; la sensibilidad por los verdaderos valores, y su vivencia, ¿es mayor en nuestros días que en épocas pasadas, aun recientes?... En fin, podríamos considerar otros baremos… Cada uno se forje su propia opinión, libremente.

De todas formas, si tal progreso fuera así, realmente, ¿cómo explicar el genocidio que siguió a la misma Revolución Francesa?... ¿Y qué decir de la Primera y Segunda Guerra Mundial, con sus totalitarismos y masacres?... ¿Y de las guerras que salpican por doquier la entera geografía mundial?... ¿Y qué sobre la crueldad humana en nuestros días, de la matanza de millones de seres humanos cada año?...

Por eso no, no podemos eximirnos de considerar la realidad a la que aludía antes. Precisamente, tratando de la realidad –cosa curiosa, e incluso grotesca- es donde comienzan los problemas en  nuestra época postmoderna. Sí, en algo tan claro y fundamental como es la realidad que tenemos ante nuestros ojos, con la que comunicamos constantemente por medio de nuestros sentidos, y que forma parte de nuestra vida…

Para los postmodernos –aunque nos resulte increíble a los que participamos del realismo humano- no existe la realidad, tampoco la verdad, ni los valores objetivos e inmutables; tampoco la ley natural… Sí, ese acerbo de conceptos y realidades que forman parte del patrimonio común de la humanidad, desde hace siglos. Pero que, entraron en crisis con la actitud y principios de Martin Lutero y de Guillermo de Ockham.

A partir de ese momento, y de un modo constante y gradual, el pensamiento humano derivó en una gran crisis, que nos ha traído al momento actual. Pasaron los filósofos de la Ilustración y los promotores de la Revolución Francesa (1789). Luego vinieron pensadores como Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger… Nos hallamos, pues, en pleno nihilismo filosófico.

Y el deterioro del pensamiento se ha ido agravando, entrando ya en lo que se conoce como la Postmodernidad. Figuras señeras son Foucault, Lyotard, Habermas, Derrida,… que han elaborado un pensamiento interesante, con sus peculiares características. Entre ellos –quizá el más original, también por ser el más cercano a nosotros (contemporáneo plenamente en el tiempo)-, es el italiano Gianni Vattimo, conocido en el mundo entero por su concepción nihilista y postmoderna del pensamiento débil, que ha reivindicado como original suyo.

Un pensamiento bien expuesto, con gran habilidad literaria, que llega a cautivar. Como en todas las realidades humanas (lo humano siempre es deficiente, parcial, con ciertas dosis de error…), contiene afirmaciones y realidades positivas, dignas de ser valoradas y asumidas. Pensamiento que hemos tratado de exponer en las páginas que siguen, a fin que el lector pueda valorar todo ello y formular sus propias conclusiones.

Así, de entrada, nos hemos hecho eco de cómo Vattimo enlaza con el nihilismo de Nietzsche (cuyo pensamiento participa en gran medida) y la más reciente filosofía moderna. Hemos tratado de exponer sus contenidos o características principales.

Luego hemos considerado la Postmodernidad, en la que el mismo Vattimo se encuadra y con la que se identifica en sus afirmaciones esenciales. Como postmoderno hemos desarrollado lo que se conoce como el pensamiento débil vattimoniano.

Todo ello lo hemos proyectado sobre la noción de Dios que tiene Vattimo (antimetafísico) que, con Nietzsche, afirma y sostiene la muerte de Dios en nuestro tiempo (no como expresión de ateísmo, pues el mismo pensador italiano se reconoce creyente cristiano, ¡a su modo, bastante singular por cierto!), sino en el sentido de que Dios ha dejado de ser significativo en nuestros días, que podemos vivir sin contar con Él y realizar nuestras vidas…

Entre otras cosas porque –además de tener que puntualizar muchas de sus afirmaciones sobre Jesucristo, el Cristianismo y la Iglesia), así podríamos alcanzar mejor la paz y la justicia. Pues, para Vattimo, la afirmación de Dios a lo largo de la historia (un Dios que es Verdad), ha originado el nihilismo de nuestro tiempo, ya que las afirmaciones absolutas de Dios, por parte de la Iglesia y de los cristianos, en cuanto pretensiones de verdad, llevan a la imposición, al dominio y a la violencia.

Así llegamos a considerar el nihilismo que deriva en secularización, que Vattimo considera buena y compatible con el Cristianismo, cuando en realidad es lo más opuesto al mismo, pues ¿cómo secularizar a Dios?, ¿cómo desposeerle de la Verdad?,… para tan sólo reducirlo a un amor al prójimo y a la caridad –como hace Vattimo-, entendidos no como lo expresan Dios y la Iglesia, sino de un modo genérico, vago y difuso?...

Dado que, para Vattimo no existe la verdad, que no la podemos conocer ni formular (pues la razón humana es incapaz de ello), él entiende la sociedad y el encuentro entre las personas no como búsqueda de la verdad, sino como intercambio de ideas, diálogo amplio para llegar a consensos que permitan realizar la justicia y la paz. Pero siempre de un modo muy provisional, sin pretender jamás alcanzar valores absolutos ni permanentes, sino únicamente lo que ahora y en este momento se pueda realizar…

A resultas de todo esto –no cabe duda-, no sólo es distorsionado el concepto que tenemos de Dios, sino la misma ética humana (en perspectiva religiosa, moral). Lógicamente, ¿cómo será la vida del ser humano, y de la entera sociedad, desde esas perspectivas?...

Vattimo lo expresa bien, sosteniendo que lejos de pretender alcanzar la verdad y los valores objetivos y permanentes, tan sólo hemos de limitarnos a lograr consensos parciales, que brinden espacios para alcanzar un pleno pluralismo  social, donde la diversidad y la diferencia sean plenamente reconocidas en todos los niveles. De esta forma, implícitamente, está apuntando a la ideología de género, con todas sus expresiones y ramificaciones.

En definitiva, a cuanto constituye el pensamiento moderno, que ha llevado a la humanidad a sumergirse en un gran caos ideológico, que está marcando la vida de muchas personas de un modo decisivo.

Si hace tiempo se viene especulando sobre la Decadencia de Occidente (como en Oswald Spengler, que dio título a un libro suyo), con el pensamiento nihilista y la postmodernidad quizá ya hayamos tocado fondo… ¡Nunca se sabe!... Probablemente, en breve podremos darnos cuenta, pues –a mi entender- el deterioro actual es tan grave y profundo, ¡que es insostenible por mucho tiempo!... Entre tanto, lo que urge es renovar el pensamiento filosófico de la humanidad, en orden a plasmar la vida del hombre y de las naciones conforme a la Verdad.