LA
MUJER , DIGNIDAD Y MISIÓN
"El
ser humano es la única criatura a la que Dios ha querido por sí mismo",
enseña el concilio Vaticano II (Gaudium
et spes, 24,c). Dios los creó hombre
y mujer (Gén 1,28), con igual dignidad y derechos, y en diversidad sexual
en orden a la vocación del amor y la generación de nuevas vidas en el seno del
matrimonio.
En
el ser humano, «imagen y semejanza de Dios» resplandece el esplendor de Dios.
El hombre, sea varón o mujer, merece respeto y veneración absolutos en virtud
de su dignidad personal.
Su
vida nunca ha sido fácil. Siempre se ha visto marcada por las dificultades del
entorno que le rodea, y que debe dominar (henchid,
procread y dominad la tierra...), y las dificultades propias de la vida
social. Discrepamos de aquellas célebres palabras de Hobbes: "homo homini
lupus", 'el hombre es un lobo para el hombre', pero reconocemos que tantas
veces así ha sido a lo largo de la historia. Convenimos en que la vida humana
se ha caracterizado por fuertes y profundas tensiones, rivalidades,
injusticias, odios y vejámenes de todo tipo...
El
hombre ha imperado sobre el hombre, lo ha manipulado y envilecido,
perjudicándose a sí mismo. El hombre ha sido enemigo del hombre. Y, con un
carácter especial ha sido enemigo de ese otro ser humano, que es la mujer. A lo
largo de la historia (y como para dar cumplimiento a un designio profético: él te dominará, Gén 3,16), la mujer ha
sido -con frecuencia- injustamente discriminada, viéndose despojada de su
dignidad y derechos.
Así
eran las cosas, pacíficamente estaban, hasta que a principios de siglo se tomó
renovada conciencia de los derechos humanos, y surgió con gran fuerza el
«movimiento feminista», considerado globalmente como el despertar del espíritu
humano en orden a reconocer en la mujer a un ser humano igual en dignidad al
hombre, y sus consiguientes derechos. La mujer reivindicó el derecho a ser ella
misma, de realizarse en plenitud como ser humano, asumiendo competencias que
hasta hacía poco tenía vedadas, y abriéndose a nuevas actividades profesionales
y laborales antes impensables...
Como
en todo movimiento impetuoso de ideas, y de cambios de costumbres y usos
sociales (podríamos señalar que en este sentido el movimiento feminista ha
supuesto una «auténtica revolución social»), se produjeron desajustes,
confusiones, errores y fracasos, abusos y desatinos...
Ciertamente,
no todo cuanto se refiere a la mujer ha sido positivo en los últimos decenios.
So pretexto de realizarse a sí misma se ha puesto en tela de juicio su vocación
al matrimonio y a la familia (hasta el extremo de negar el valor de estas
instituciones), su aprecio por la vida honesta en las relaciones sexuales y en
la estima del cuerpo humano. Y, lo que constituye en gran medida «el drama de
nuestro siglo»: Su negación al servicio de la vida, de modo que la mujer
(santuario de la vida) ha venido a transformar su vientre generador en
«cementerios de muerte» mediante la práctica cruel y atroz del aborto, y demás
usos contraconceptivos. Y, en última instancia, asistimos al desarrollo y
aplicación de la ideología de género,
que tantos males y perturbaciones está causando.
Sin
embargo, los valores positivos que descubrimos hoy en relación a la mujer son,
sin género de duda, grandes y valiosos. Hoy se reconoce, universalmente, su dignidad
personal y sus derechos (que si bien no son plenamente ejercidos siempre, sí se
registra una tendencia de estima y de franco reconocimiento). Por otra parte,
por lo menos en las naciones occidentales, la mujer se halla plenamente
integrada en la vida social, de modo que participa prácticamente en todas las
actividades sociales y profesionales. La mujer trabaja también en el mundo de
la cultura, enriqueciéndola con sus valores específicos, al tiempo que ella
misma accede pacíficamente a los bienes culturales. También participa
activamente en todo lo que se refiere a la ciencia y a la tecnología. Su
presencia en el terreno político y económico es destacada, llegando a ocupar
puestos de gran responsabilidad.
Sin
embargo, pese a todos esos factores positivos (y otros muchos más que podríamos
referir), estimamos que la mujer está llamada a realizar en este momento un
esfuerzo de especial significación: «La mujer debe encontrarse consigo misma»,
con sus valores propios, para asumirlos coherentemente, con conciencia cierta y
segura del camino a seguir. Así podrá superar ciertos intentos de desfigurar su
verdadero rostro de mujer, que procuran volverlo opaco a la propia mirada,
cuando no de manipulación abierta de la mujer, de su función social y de sus
valores auténticos.
Para
realizar cabalmente esto no basta que se mire a sí misma. Debe también volver
su mirada a Aquel de quien procede (Dios) y a quien se dirige, y sin el que
ella es incomprensible para sí misma. Parafraseando la enseñanza conciliar,
podríamos afirmar: "Cristo revela el misterio de la mujer a la mujer"
(cf. Gaudium et spes, 22). En efecto,
para que la mujer pueda comprenderse en plenitud debe mirar a Dios y debe
hacerlo a través de Cristo, que desvela el misterio del ser humano. Mejor
todavía: Deberá hacerlo en Cristo, a través de María, que es la mujer en
plenitud, modelo y prototipo de la mujer de todos los tiempos. María encarna en
unidad las dos vocaciones («íter existenciales») que está llamada a recorrer la
mujer de siempre: la maternidad y la virginidad. «En María la mujer podrá
encontrarse consigo misma».
Se comprende el daño
profundo, cargado de consecuencias funestas, que han supuesto tantos
planteamientos -todavía vigentes en nuestros días en ciertos sectores del
pensamiento y de la cultura- que han pretendido ensalzar a la mujer en
perjuicio de Dios, cuando no en contraposición abierta. Una vez más podríamos
señalar: «Historia magistra vitae est», 'la historia es maestra de la vida'.
¿Acaso no se descubre en tantas realidades tristes y amargas de nuestro tiempo
-de las que la mujer es «víctima»- la raíz de un planteamiento errado? ¿Acaso
en el origen de los problemas de la mujer, que se desconoce a sí misma, que deambula
errante y sin rumbo, no está de hecho el haber cortado su relación vital con
Dios?...
Por
esto podemos afirmar que «el mundo de la mujer está en crisis». Y, para salir
de esta crisis deberá «encontrarse de nuevo con Dios en Cristo», de la mano y
del ejemplo de plenitud femenina que encarna María. Descubrimiento este que
sólo será posible en la Iglesia de Cristo, pues Cristo habita en su Iglesia, y
a Cristo se le descubre en su Iglesia (pese a las faltas y pecados que puedan
tener los hombres que la integran)... Este mismo es el empeño pastoral que
consume buena parte de las energías de la Iglesia: llevar a Cristo a la mujer,
que la mujer pueda descubrir en la Iglesia su propia casa y familia, donde
habite y viva en orden a su realización personal en la historia en vistas a su
realización en la eternidad. Por esto, parafraseando palabras de san Juan Pablo
II, no dudamos en señalar: "la mujer es el camino de la Iglesia".
De
aquí la razón de este libro sobre la mujer, que titulamos «Mujer cristiana». En
el mismo se presenta el problema que es la mujer para sí misma, y el gran
interés que tiene dar buena respuesta a tal problema en orden al futuro del
hombre en el mundo, porque el hombre nace de la mujer, de ella depende; la
mujer forma al hombre, y formándole plasma el rostro de la sociedad. De esta
sociedad nuestra tan desfigurada en nuestros días que en lugar de servir al
hombre opta por el culto del dinero, del placer y del poder. Urge revitalizar
el mundo de valores morales y espirituales. Y esto depende, en gran medida, de
la mujer.
Sí,
de que la mujer se encuentre consigo misma y con Cristo de modo que así pueda
plasmar luego coherentemente su presencia y acción en la vida personal,
familiar y social.
En
este libro sobre «la mujer cristiana» se presenta una visión sistemática de
algunos problemas de la mujer (de los principales, quizás) y del «movimiento
feminista» en orden al reconocimiento de su dignidad y derechos consiguientes.
Hablamos
de «mujer cristiana» esclareciendo el misterio antropológico de la dignidad de
la mujer desde una vertiente humanista. Pero, sobre todo, a partir del misterio
de Cristo, que revela el rostro auténtico de la mujer, y sin el que ella no
puede comprenderse en plenitud, ni realizarse personalmente.
A
partir de estos principios situamos su vocación en la Iglesia y en la sociedad.
Su «vocación al amor» mediante la entrega sincera de sí misma en la virginidad
y el matrimonio, que conduce a la maternidad como participación especial en el
amor fecundo de Dios para con la humanidad y la Iglesia. Vocación personal que
se despliega en otras áreas o actividades propias del quehacer humano:
política, economía, trabajo, cultura, enseñanza, sanidad...
Realidades
todas estas que abordamos desde la enseñanza de la Iglesia, que responde a la
«antropología cristiana» enucleada en la Revelación de Dios. Precisamente
destacamos el interés de la Iglesia por la mujer (que ha sido constante a lo
largo de la historia: en gran medida el reconocimiento de su dignidad y
derechos se debe a su acción pastoral y a la predicación evangélica). Así
consideramos la enseñanza de la Iglesia sobre la mujer en el «concilio Vaticano
II», en el «Catecismo de la Iglesia católica» y en el «Código de derecho
canónico». Como trasfondo, desde que se realizó la primera edición de este
libro, tenemos presentes las enseñanzas de Benedicto XVI y de Francisco.
Pero
la mujer no es sólo sujeto pasivo en la Iglesia, sino que está llamada a
participar en su vida y misión apostólica: De ahí que tratemos de su
contribución a la «nueva evangelización», que será principalmente su fidelidad
a sí misma y a su vocación, en atención a las enseñanzas de Jesucristo y de la
Iglesia.
PRESENTACIÓN
I. PRECEDENTES
El feminismo
- Origen
- Hacia un desarrollo ulterior del «feminismo
cristiano»
Hombre y mujer: igualdad y diversidad
- Consecuencias de la afirmación del principio de
igualdad-diversidad
La mujer, y su entorno, en crisis
Solución a la «crisis»: la vocación al amor
II. DIGNIDAD DE LA MUJER
La mujer creada a «imagen y semejanza de Dios»
Discriminación de la mujer
La mujer, perjudicada en su dignidad
La mujer, valor capital
Cristo y la mujer
Problemas actuales que afectan a la mujer
- Los derechos humanos
a) Origen de los derechos humanos
b) Razón antropológica de los derechos de la mujer
c) Características de los derechos humanos
d) Los derechos humanos como fundamento del orden
social
e) La mujer comprometida en la política
f) Los derechos humanos y el Estado
g) Derechos humanos y derechos de la familia
- El trabajo
- Pornografía
- La moda
- Cultura
a) Retazos de la cultura actual
b) La cultura debe desarrollarse a partir de la
verdad de la mujer
c) Fe cristiana y cultura
d) La evangelización de la cultura
- La crisis de la ciencia
a) La ciencia depende de Dios
b) La ciencia y la moral caminen unidas
c) La evangelización de la ciencia
- La educación, derecho de los padres
a) Por una educación religiosa
b) La educación católica
c) La escuela católica
d) La universidad católica
- Sanidad
La mujer comprometida en la sociedad
- Desarrollo
III. VOCACIÓN DE LA MUJER
Vocación de la mujer
a) La mujer, vocacionada al matrimonio
- Mujer y familia
- Maternidad responsable
- Mujer, vocacionada a formar la familia
- La maternidad, necesaria al mundo
- Revalorización de la maternidad
- Maternidad, ¿enajenación de la mujer?
b) Vocación a la virginidad
c) Vocación a la vida consagrada
- La vida religiosa: llamadas a ser víctimas en Cristo
- Esencia de la vida religiosa: la profesión de los
consejos evangélicos
IV. LA MUJER EN LA IGLESIA
Posición de la mujer en la Iglesia
La mujer en la enseñanza de la Iglesia
- La mujer en las enseñanzas del Concilio Vaticano
II
- La vocación de la mujer al matrimonio y a la
familia en el Concilio
- La cultura abierta a la mujer
- La actividad de la mujer en el orden social
- La mujer cristiana llamada a la vida religiosa
a) En la Constitución «Lumen gentium»
b) En el Decreto «Perfectae caritatis»
- El laicado femenino
- La mujer en el «Catecismo de la Iglesia católica»
- La mujer en el Código de Derecho Canónico
Participación de la mujer en la vida de la Iglesia
- Protagonista en la «nueva evangelización»
- Compromiso temporal y evangelización de los laicos
- Las mujeres cristianas, protagonistas en la nueva
evangelización
ANEXO: SACERDOCIO DE LA MUJER
Posición de la mujer en la Iglesia
La misión de la mujer
Declaración «Inter insigniores» (15-10-1976)
Carta apostólica «Ordinatio sacerdotalis»
(22-5-1994)
Hipotético diaconado de la mujer
Camino a seguir, y «ministerios eclesiales»
EPILOGO: María y la mujer
BIOCURRICULUM DEL AUTOR
FONDO EDITORIAL