SAN ANDRÉS APÓSTOL

Presentación
 

     Andrés, hermano de Simón Pedro, y discípulo de Juan Bautista, trabajaba en el arte de la pesca en el mar de Tiberíades. Pero un día, como uno más entre tantos, recibió una grandísima sorpresa: Jesús de Nazaret vino al encuentro del Bautista, para ser bautizado. Juan resistió todo lo que pudo, pues se consideraba indigno, ya que supo reconocer en Jesús al Mesías prometido por Dios al Pueblo elegido. Y así, con gran sencillez y humildad, mostró a sus discípulos Quién era aquel desconocido: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29).

     A partir de ese momento, el interés por Jesús brotó con gran fuerza en el corazón de Andrés, así como en su amigo Juan, hijo de Zebedeo, y hermano de Santiago. De forma que en otra ocasión que Jesús caminaba por allí, nuevamente se encontraron. Y el Bautista dijo: Este es el Cordero de Dios (Jn 1,36). Andrés, y su amigo, se sintieron fuertemente atraídos por la mirada cariñosa del Señor. Hasta el punto que, levantándose, le siguieron (cf. Jn 1, 38-39).

     Así, pues, Andrés fue uno de los primeros discípulos en conocer al Señor. Y en seguirle. Luego, elevado a la dignidad de amigo del Redentor, él sirvió de instrumento, para hablar a Pedro. Y para acercar a Dios a muchos otros hombres y mujeres que, igualmente, serían discípulos y discípulas del Señor, ¡conquistadores de almas para Cristo y para el Reino de los cielos!

     A partir del día en que Andrés conoció al Señor, y se dejó cautivar por su amor, entregándose por completo a Él, su vida cambió por entero. Dejó la barca y las redes, para dedicarse al aprendizaje de una pesca que no conocía hasta aquel momento: cómo ganar almas para Dios, ¡el apostolado!... Así, nuestro amigo, tuvo la inmensa dicha de convivir íntimamente unido al Señor durante casi tres años, participando por entero en su vida, siendo testigo privilegiado de sus milagros y receptor fidelísimo de sus enseñanzas, que luego él habría de transmitir a otros hombres y mujeres por medio de su apostolado.

     Andrés -como podremos considerar a lo largo de estas páginas- fue un hombre que supo comprender bien pronto a Jesús, sus sentimientos y aspiraciones más profundas. Quizá, pudo ser el amigo más fiel e íntimo a su Corazón, junto con Juan, el discípulo predilecto.

     A lo largo de la vida apostólica transcurrida junto al Señor, Andrés destacó por su capacidad de amar no sólo al Señor, también a los más grandes pecadores de Israel, sabiendo comprender y tener misericordia. De ahí la extraordinaria eficacia de su acción apostólica, que pasaba oculta y desconocida para sus amigos, pero que era muy preciada y estimada por el Salvador. Andrés era compasivo con todos, especialmente con los más pobres y necesitados.

     ¡Cuánto disfrutó Andrés acompañando al Señor en sus correrías apostólicas, tan asombrado de su bondad y santidad y del prodigio de su amor, que obró tantas maravillas y milagros en favor de los hombres, a fin de iluminar sus corazones con la luz de la fe, que lleva a la vida eterna! ¡Pero cuánto hubo de sufrir -cuando acercándose el momento en que Jesús habría de ser inmolado en la Cruz- el Maestro iba anunciando cuanto estaba por suceder, a fin de preparar a Andrés y a los demás discípulos a aquella enorme tragedia: verlo muerto en la Cruz, y rodeado de criminales!...

     Pero la enorme desolación que sufrió Andrés, pronto sería cancelada por la resurrección gloriosa de Jesús. Y luego su ascensión gloriosa a los cielos. Y el envío del Espíritu Santo, que daría nacimiento a la Iglesia, nueva arca de salvación, a la que están llamados todos los hombres, para en ella alcanzar la vida eterna.

     ¡Andrés fue fiel discípulo de Cristo!, ¡enamorado profundamente del Señor!... Y habiendo sido formado pacientemente en la escuela del amor divino, luego fue enviado por el Redentor a proclamar la Buena Noticia, de forma que cuantos creyeran en Jesús en Él alcancen la vida feliz e inmortal.

     ¡Con gran celo, y pasión de enamorado, Andrés se entregó a la ardua tarea apostólica! ¡Cuántas hubieron de ser las dificultades que debió superar, y los sufrimientos que padeció!... Pero todo eso era nada con tal de amar a Cristo, y cooperar con Él en la magnífica aventura de la salvación de los hombres.

     Nuestro Apóstol fue un hombre profundamente enamorado de la Cruz, pues habiendo muerto en ella el Salvador, bien pronto comprendió que por medio de ella nos vino la salvación. De ahí que en su predicación hablara tanto, y con tan gran entusiasmo, de la Cruz salvífica.

     Al mismo tiempo, él supo abrazarse con inusitado amor a la cruz con que Dios le bendijo, inmolando en ella su vida en santo martirio. ¡De ahí la eficaz labor evangelizadora que llevó a cabo en el oriente de Europa, donde tantas naciones y hombres abrazaron la fe que lleva al Cielo!

 


ÍNDICE GENERAL

  

 

PRESENTACIÓN

I- JESÚS SE INTRODUJO EN LA VIDA DE ANDRÉS

 

¿Cómo pensó Jesús en él?

La llamada del Señor

Apóstol de apóstoles

Sorpresa de Andrés en Caná de Galilea

Jesús expulsa a los mercaderes del Templo

Andrés pregunta a Jesús acerca de los milagros

Pasando hacia Galilea

Jesús es rechazado en su pueblo

 

II- EN LA ESCUELA DE JESÚS

 

Trabajando con Jesús

La pesca milagrosa

Jesús habla en la montaña

En medio de la tempestad

Andrés intercede en favor de los necesitados

En la curación del paralítico

Alegría por los nuevos discípulos

Andrés gana para Cristo su primera conversión

La confianza de Andrés con Jesús

Sencillez y humildad de Andrés: elogios de Jesús

En confidencia con Jesús

Jesús mejora el corazón de Andrés

Andrés no quiere oír de la muerte de Jesús

Estima y trato exquisito por las mujeres

Humilde, con alma de niño...

 

III- TRABAJANDO EN EL APOSTOLADO

 

Aprendiendo para el apostolado

La fe del centurión

Condiciones para seguir al Señor

La parábola del sembrador y de la cizaña

Andrés es misericordioso

Discusión con Judas Iscariote

Sirviendo al Maestro

Jesús multiplica los panes

Jesús camina sobre las aguas

Pedro confiesa la verdad de la fe

Jesús reprende a Pedro, y Andrés media en favor suyo

Andrés evoca el origen de su vocación y la fe en el Maestro

¡Qué admirable fe la de la mujer cananea!

Andrés aprende a perdonar

En la curación del ciego de nacimiento

 

IV- ANDRÉS EN LA OBRA DE LA REDENCIÓN

 

Jesús anuncia su muerte: la angustia de Andrés

En los últimos días de la vida del Señor

Del Cenáculo al Calvario

Testigo de la resurrección

Construyendo la Iglesia

Entregando la vida por Cristo

 

BIBLIOGRAFÍA

 



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