San Ignacio de Loyola, soldado de Cristo

Presentación

    San Ignacio de Loyola –no cabe la menor duda- es uno de los santos de mayor envergadura en la Iglesia. Si todos tienen un alcance e influjo universal, ¡mucho más el santo guipuzcoano!...

    Dios lo llamó a la existencia en un momento crucial de la historia y de la vida de la Iglesia. Gracias a su conversión, y a su entrega generosa, Dios pudo contar con un instrumento valiosísimo para la reforma de la misma, y la obra evangelizadora que debía llevar a cabo, cuando, precisamente, Europa se hallaba salpicada por tantos y tan graves errores doctrinales.

    San Ignacio acogió el don de Dios en su alma, y se entregó con todas sus fuerzas y energías. Fogoso y enérgico, como era temperamentalmente, así fue también en su entrega a Dios: ardiente y entusiasmado, pronto y decidido... ¡En él, verdaderamente, no había lugar a la mediocridad ni a la tibieza!, ese mal que corroe a tantos cristianos, y que impide que sean muchos más los que alcancen las cumbres de la santidad.

    Además fue fiel hijo de la Iglesia, a la que amó apasionadamente. Después del Señor, junto con María, ¡la Iglesia fue su gran amor, su desvelo y solicitud constante, como buen pastor!...

    ¡Y al servicio de la Iglesia puso la Compañía de Jesús!, que Dios le inspirara, y para la cual vivió y se desvivió por entero... Como Pastor solícito de la grey –de la Iglesia entera por la que velaba sin cesar-, Ignacio quiso que la Compañía sirviera fielmente al fin apostólico y corredentor de la Iglesia, promoviendo la santidad de los hombres. De ahí que ligara tan estrechamente la Compañía con el espíritu y fin de la Iglesia, por medio del cuarto voto que profesan sus miembros: fidelidad, obediencia y disponibilidad plena al Vicario de Cristo en la tierra, el Santo Padre.

    Todo ello, abrasado en el amor de Dios como estaba (podríamos afirmar que ha sido uno de los mayores penitentes y místicos de la Iglesia), para la mayor gloria de Dios, que fue el lema que inspiró y movió su vida. ¡Sí, para que los hombres amen a Dios!... ¡Y alcancen la eterna salvación!...

    Habiendo pasado varios siglos desde que este insigne juglar del amor de Dios dejara este mundo, y habiendo puesto en marcha la Compañía de Jesús, y considerando sus grandes e imponentes servicios a la Iglesia, ¡cuántas gracias tenemos que dar a Dios por Ignacio!... ¡Y por la Compañía!... Servicio que hoy tantos jesuitas, aunque sea de una forma oculta y escondida, siguen prestando con no menor generosidad y ardiente entrega. ¡Sí, cuánto debe la Iglesia a la Compañía!...

    San Ignacio vivió para Dios, y llevó a cabo fielmente la misión que Dios le confiara. Su tarea no fue dedicarse al estudio, ni escribir grandes tratados teológicos o acerca de la vida espiritual... ¡Eso ya harían sus hijos espirituales, como así ha sido, en efecto!, ¡y con tanta fecundidad!... Por eso, sería cosa vana acercarse al Santo de Loyola con afán de profundizar en cuestiones teológicas o espirituales. No obstante, ¡toda su vida y experiencia espiritual constituye un grandísimo legado a la Iglesia y a los cristianos, llamados a nutrirse siempre de la vida de los santos, testigos fieles de Cristo!...

    De todos modos, aun cuando san Ignacio no fuera un tratadista, u hombre dedicado por entero a la escritura, sí que nos ha dejado algunos escritos que constituyen un precioso tesoro. En ellos está inspirado este sencillo libro, que tengo el gusto de presentar al lector. Un libro sencillo, digo, “sin grandes pretensiones”... Mi único objetivo ha sido acercar san Ignacio al hombre de hoy, pues, entiendo, su experiencia espiritual y apostólica, constituye un valor de indiscutible actualidad. ¡Así son los santos!...

    Evidentemente, con este libro no he pretendido profundizar en sus enseñanzas, ni tampoco analizar la índole apostólica y espiritual de la Compañía. Eso compete a los especialistas. No obstante, si las páginas que siguen a continuación te sirvieran, amable lector, para hacer oración y empaparte en afán apostólico, ¡ya me daría por satisfecho!... ¡Y, también, nuestro queridísimo amigo san Ignacio!...

ÍNDICE

  • VIDA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
  • **********
  • ACCIONES DE GRACIAS: 1-3
  • AMOR DE DIOS: 4-6
  • APOSTOLADO: 7-12
  • COMPAÑÍA DE JESÚS: 13-33
  • CONFIANZA EN DIOS: 34-37
  • CONSOLACIÓN ESPIRITUAL: 38-43
  • CONVERSIÓN: 44-48
  • CORRECCIÓN FRATERNA: 49-50
  • CRUZ: 51-52
  • DEMONIO: 53
  • DESPRENDIMIENTO: 54
  • DOCTRINA: 55-61
  • EJERCICIOS ESPIRITUALES: 62-67
  • ENTREGA: 68-75
  • ESCRÚPULO: 76-80
  • EUCARISTÍA: 81
  • EXAMEN DE CONCIENCIA: 82-88
  • HUMILDAD: 89-92
  • IGLESIA: 93-99
  • INDIFERENCIA SANTA: 100-104
  • INFANCIA ESPIRITUAL: 105
  • INFIERNO: 106
  • JESUCRISTO: 107-109
  • JUICIO DE DIOS: 110-112
  • LUCHA ASCÉTICA: 113-116
  • MISA: 117-121
  • OBEDIENCIA: 122-163
  • ORACIÓN: 164
  • PACIENCIA: 165-166
  • PECADO: 167-170
  • PECADO MORTAL: 171-174
  • PENITENCIA, VIRTUD: 175-182
  • POBREZA: 183-192
  • RECTITUD DE INTENCIÓN: 193
  • SACRAMENTO DE LA PENITENCIA: 194-196
  • SALVACIÓN: 197
  • SANTIDAD: 198-211
  • SANTÍSIMA TRINIDAD: 212-213
  • SUFRIMIENTO: 214
  • SUPERIORES RELIGIOSOS: 215-217
  • TEMOR DE DIOS: 218
  • TIBIEZA: 219-223
  • VANAGLORIA: 224
  • VIDA HUMANA: 225-226
  • VIRGEN MARÍA: 227
  • VOCACIÓN: 228-232
  • VOLUNTAD DE DIOS: 233-235
  • Precio 7,35 euros