DICCIONARIO DOCTORAL DE BENEDICTO XVI

      Han transcurrido algo más de cinco años desde que Benedicto XVI tomara en sus manos el timón de la Iglesia. Cinco años que han pasado rápidamente, configurando un Pontificado que va afrontando grandes retos en la vida de la Iglesia y del mundo, como son el ecumenismo, la paz, el año paulino, el caso de los sacerdotes pederastas, el año sacerdotal…

      Y todo ello sin que el Papa se ahorre esfuerzo alguno. Nos alegra inmensamente ver que, pese a contar con muchos años de edad, el Señor –fuente de todo bien- le bendice, ¡nos bendice!, otorgándole una salud admirable. De ahí que el Santo Padre vaya recorriendo la entera geografía mundial, haciéndose presente allí donde se le necesita, o bien donde la Iglesia celebra especiales acontecimientos.

      Cinco años, quizá, en términos humanos, es poco tiempo… Quizá también para un Pontífice. ¡Esperamos que el Señor le regale muchos más!... Pero, aun cuando sea poco tiempo, en este caso no es así. Lo prueba la densidad del trabajo apostólico desplegado por el Sucesor de san Pedro. Su solicitud por todas las Iglesias, y los problemas que caracterizan al mundo moderno, es inconmensurable.

      ¿Y qué diremos de su magisterio?, ¿qué sobre sus enseñanzas al pueblo de Dios, y a la entera humanidad?... Causa asombro y suscita gran reconocimiento la lectura de sus enseñanzas. ¡Cuán abundantes han sido las palabras y los escritos del Pontífice en este lustro!... Pero no sólo eso: su magisterio, tan denso y profundo, tan vasto y moderno, al tiempo que enraizado en la gran tradición de la Iglesia, despierta elogios y reconocimiento por doquier.

      Personalmente esta es mi experiencia. He de reconocer que las enseñanzas de Su Santidad, a lo largo de estos años, que he seguido puntualmente, han despertado mi admiración y entusiasmo. Son las enseñanzas de un hombre de Dios, sabio, muy sabio…; y, humilde, muy humilde… ¡Cuántas veces, leyendo sus discursos y homilías, he considerado: “aquí está el Espíritu de Dios”!...

      Puedo decir con toda verdad que la atenta escucha de su magisterio, así como la reflexión, además de llevarlo a la oración, ha supuesto para mí un notable enriquecimiento. Vaya, pues, mi agradecimiento por ello al Señor, dispensador de todos los dones; y a su servidor, Benedicto XVI, servus servorum Dei.

      Llegados a este punto, al publicar este libro, he querido trasladar al gran público (a todos los hombres, naturalmente a los creyentes) las enseñanzas del Santo Padre. Considero que constituyen un tesoro de fe, de sabiduría, de amor a Dios y de servicio a los hombres, ¡de humanidad, ricas en valores!...

      Libro que, espero, sea del aprecio de los creyentes que, además de amar y esperar en Dios, viven con gozo la fe en la Iglesia santa (nueva arca de salvación). Y que se caracterizan por el amor al Santo Padre (especialmente sacerdotes, religiosos y demás cristianos que aspiran a vivir profundamente la vida cristiana), con la sola pretensión de construir sobre la roca que Cristo estableció en la tierra, como fundamento de la fe y de la Iglesia: Pedro y sus sucesores.

      Bien podrá el lector ponderar la riqueza de estas enseñanzas, dada la amplitud y profundidad con que las ha abordado el Papa. Este libro podría resultar como una especie de síntesis de la fe de la Iglesia, de su moral y trabajo pastoral. De este modo, al abrir sus páginas, el lector podrá encontrar el texto que precisa, la luz que anhela… Búsqueda que podrá realizar con prontitud habida cuenta sus índices: uno general al comienzo del libro, y otro analítico al final (recogiendo los epígrafes de los párrafos correspondientes a cada tema).

      Esperando servir humildemente a este fin, confío a los lectores este trabajo, henchido de amor al Papa y a la Iglesia de Dios.

Logroño, 15-8-2010