IMPACTOS APOSTÓLICOS

Con este objeto presentamos este libro de espiritualidad. En él (si bien es verdad que los Evangelios son libros que se formaron también en la Primitiva Iglesia) recogemos los libros inspirados que forman parte del Nuevo Testamento, que contienen la revelación de Jesucristo y reflejan la vida de los primeros cristianos: Hechos de los Apóstoles, Cartas apostólicas y Apocalipsis.

Indudablemente, son libros que transpiran la vida de la Iglesia naciente, que tuvo el gozo de la novedad del Espíritu Santo y que a su vez impulsó un ardiente ideal de santidad y de celo apostólico en los diversos miembros de la Iglesia, dirigida por los Apóstoles del Redentor.

Si la Iglesia es santa, también es verdad que siempre ha de estar en perenne espíritu de reforma, para adecuarse lo más perfectamente posible con el designio de su Fundador, que halla su realización más fidedigna y original en la Iglesia nacida en Pentecostés. Así, pues, consideramos que la lectura y meditación de los modos de vida, y el espíritu cristiano presentes en la Iglesia naciente, habrán de ser condición previa y necesaria para vivir una profunda espiritualidad cristiana y un hondo sentido de Iglesia, en orden a realizar la misión apostólica que Jesucristo nos encomendó.

Con este objeto presentamos las enseñanzas apostólicas en forma de breves sentencias, o pensamientos, seguidos de una consideración o reflexión espiritual, en línea con la intención del autor sagrado. Enseñanzas que hemos agrupado ordenadamente, en orden a facilitar la meditación y la oración sobre el tema que se desee. El índice facilita la búsqueda del tema y del texto deseado.

Confiamos que con este libro podamos contribuir a alcanzar el objetivo antes señalado. Quisiéramos, en verdad, que la oración de los cristianos estuviera centrada en la Escritura, y que de ella se alimente frecuentemente en orden a avivar el espíritu de santidad en los corazones, que luego revertirá en celo infatigable por comunicar a otros hombres y mujeres la alegría del hallazgo realizado: la salvación en Cristo, el Amor verdadero capaz de llenar la existencia, y la grandeza y profundidad de los tesoros de amor y de gracia que el Señor nos confió antes de marchar a los cielos, y de los que hizo fiel depositaria a la Iglesia santa.

Así, con nuestra humilde aportación queremos trabajar en la misma dirección apuntada por Su Santidad Benedicto XVI con la publicación de la Exhortación apostólica Verbum Domini (30-9-2010).