ROMANO GUARDINI, Diccionario de un humanista eminente
Romano Guardini nació
en 1885 y falleció en 1968. Fue docente en las universidades de Bonn, Berlín,
Tubinga y Munich, donde ocupó la cátedra de Cosmovisión cristiana y filosofía
de la religión.
De inspiración
agustiniana, su teología, que explora amplios espacios de la cultura, es más
una evocación de la vida de fe que una sistematización dogmática.
Desde hace unos años
su pensamiento ha vuelto a cobrar vigencia, pues se trata de un autor que
supera las barreras de espacio y tiempo.
En orden a vislumbrar
el alcance y proyección intelectual de Guardini, y su influjo en la cultura y
en la Iglesia, especialmente en el siglo pasado (aunque su valor perviva en
nuestro tiempo con gran fuerza), tengamos presente que el joven Ratzinger –que
luego llegaría al supremo Pontificado con el nombre de Benedicto XVI- lo tuvo
como maestro, y desde entonces no cesó de inspirarse en su pensamiento. Él
mismo lo reconoció como su gran maestro.
Como teólogo,
cardenal y luego papa, Ratzinger confesó muchas veces en sus libros que quería
continuar recorriendo las sendas abiertas por Guardini.
En Jesús de Nazareth escribió, desde los
primeros trazos, que tiene en mente un clásico de su maestro: El Señor. Y en la Introducción al espíritu de la liturgia mostró, ya desde el título,
que se inspiraba en una obra maestra del mismo Guardini: El espíritu de la liturgia.
Su biógrafa
Hanna-Barbara Gerl lo definió como "un Padre de la Iglesia del siglo
XX". Benedicto XVI lo caracterizó diciendo: “una gran figura, intérprete
cristiano del mundo y de la propia época". Tan gran influjo supuso su vida
y obra en la vida de la Iglesia, que llegaron a ofrecerle el cardenalato,
declinando la aceptación.
El Pontífice glosó su
quehacer intelectual comentando que vivió entregado a la búsqueda de la verdad
de Dios y del hombre, plasmándolo así en sus escritos.
Fue un hombre de
diálogo, cosa patente en muchos de los personajes que trató en su obra
literaria (Sócrates, san Agustín, Pascal, Dante, Hölderlin, Rilke, Dostojevski…): “Él hablaba con la
verdad y nos condujo al diálogo con la verdad”.
Por esto mismo,
queriendo mostrar los valores de la modernidad, al igual que sus excesos (y
apuntando a la postmodernidad en la que estamos insertos), Guardini destacó que
la dimensión ética del hombre debe construirse a partir de su ontología, para
de ese modo propiciar su plena realización en la verdad del propio ser. Por
esto, la libertad debe realizarse a partir de la verdad del hombre.
Tan unido estuvo Benedicto XVI, mental y espiritualmente, con Romano Guardini que, prácticamente, cerró el Pontificado citándole ante el clero romano.
Teniendo presente su
inmenso trabajo intelectual (reflejado especialmente en su variada y densa obra
bibliográfica), así como la variedad de temas y problemas afrontados en su
reflexión, podemos afirmar sin género de duda que Guardini es uno de los más
grandes pensadores del mundo católico del siglo pasado. Y con él Jacques
Maritain[1].
Con inmensa alegría,
por tanto, tenemos el gusto de presentar al lector esta obra, en la que hemos
plasmado tanto cariño y dedicación.
Intuimos y deseamos
que quien busque aire fresco para respirar, aire puro y vivificante, a lo largo
de las páginas que siguen encontrará al aliento y la luz que anhelan los
buscadores de la verdad.
Dentro del acerbo
cultural humanista-cristiano, no hay cuestión que Guardini no trate con lucidez
y profundidad. Quien dese espigar en estas páginas, quedará muy enriquecido.