Presentación

Santa Brígida de Suecia es una de las mujeres que más gracias místicas ha recibido de Dios a lo largo de la historia. Probablemente nació en el año 1303, en Finstad, cerca de Upsala, Suecia.

Siendo niña todavía quería permanecer virgen por amor de Cristo, mas el Señor le indicó que se casara. Contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, gobernador de la región de Närke. Tuvieron ocho hijos, entre ellos una mujer santa: Catalina de Suecia. Pero también experimentó los sufrimientos y desvelos que ocasionan los hijos…

Como enviudara siendo joven, pasado un tiempo –secundando el querer divino-, abrazó la vida religiosa, llegando a fundar la Orden del Santísimo Salvador.

Fue canonizada el año 1391 por el Papa Bonifacio IX. Canonización que fue confirmada por el Papa Martín V, una vez superado el cisma de Occidente (año 1419).

El Papa san Juan Pablo II (1-10-1999), con motivo de la celebración del II Sínodo de Obispos de Europa, la declaró Patrona de Europa, junto con santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).

Decíamos que Brígida es una de las mujeres más agraciadas por Dios con dones extraordinarios. Así lo reflejan su libro Revelaciones, y sus experiencias espirituales.

Sobre el libro, el concilio de Basilea encargó a Juan de Torquemada que emitiera un dictamen. Tras estudiarlo a fondo, declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; su doctrina es ortodoxa y las revelaciones que contiene no carecen de probabilidad histórica.

El Papa Benedicto XIV valoró positivamente el libro en cuestión, notando que no se le debe el asentimiento de fe divina; cada uno es libre de valorarlo según su piedad y sensibilidad personal.

Con su oración y ruegos personales, Brígida alcanzó de Dios que el Papa Gregorio XI, que estaba en Aviñón, se  trasladara a Roma. El Pontífice lo hizo cuatro años después de su muerte.

Su vida de santidad es clara y patente. Sus enseñazas tienen la unción del Espíritu Santo. Destaca su solicitud por la conversión de los pecadores, amonestándoles con el juicio de Dios, al que sigue el castigo eterno si no se arrepintieren.

Para ello nada mejor que confiar en Dios, como hijos queridísimos. Su misericordia es infinita, y Él nos espera con los brazos abiertos, dispuesto siempre a otorgarnos el perdón, que nos santifica y enriquece con la vida divina, pregustación de la vida celeste e inmortal.

Sus testimonios sobre la malicia y soberbia de los demonios, así como de los condenados al infierno, sobrecogen y testimonian la veracidad de sus palabras.

Como ya hemos sugerido, Brígida fue una mujer que vivió con hondo sentido eclesial, procurando con todos los medios a su alcance el bien de la Iglesia (con el retorno del papa a Roma) y la unidad de los cristianos. También trabajó por la paz entre las naciones y la armonía social.

Al confiar este libro a los lectores, esperamos que ayudará al enriquecimiento de la vida espiritual, que llena el corazón humano de felicidad y nos impulsa al apostolado cristiano.