TIEMPO
DE AMAR
La vida es hermosa, bella en sí… Pero, desgraciadamente, para muchos seres humanos, la vida es un mosaico de sufrimientos y desgracias, tiempo de aflicción y pesadumbre… ¡Cuánto sufrimiento hay en el mundo!, ¡cuánto mal!,... ¡cuántas lágrimas se vierten a diario!...
Son muchos los hombres y mujeres a quienes les cuesta sonreír, trazar en sus rostros un gesto de complacencia, de felicidad… La pena, la amargura, el dolor,… los corroe por dentro… ¡No saben de la bondad y belleza de nuestro paso por este mundo!...
Razones no les faltan. Más si no tienen la luz y el consuelo de la fe, el lenitivo de la esperanza, que nos proyecta más allá de este mundo pasajero hacia la plenitud de Vida en Dios, donde no habrá muerte ni llanto (Ap 21,4).
No obstante –como los seres humanos estamos hechos para ser felices, ya aquí abajo, y sabemos afrontar las pruebas y sacar lo positivo de todo-, la inmensa mayoría de las personas son felices, ¡se sienten felices! en medio de los avatares de esta vida.
Así los enfermos, incluso enfermos terminales… Y los pobres, aun aquellos que carecen de lo más elemental para vivir. Con tal de tener en mendrugo de pan para comer, sonríen y se saben dichosos… ¡Y los que sufren injusticias terribles!... ¡Y tantos más!...
Los creyentes en Cristo, tenemos la dicha de sabernos hijos de Dios y herederos del Cielo. Sabemos que nuestras vidas son preciosas a la mirada del Altísimo, que Él nos contempla absorto y gozoso por nuestro amor, ¡en esa lucha diaria por ser santos!, ¡buenos hijos Suyos!...
Pero, como somos iguales a los demás seres humanos, no exentos por tanto de dolor, sufrimientos y muerte,… experimentamos iguales dificultades. Pero lo hacemos con la fuerza del amor y la confianza puesta en Dios, sabedores que Él nunca se desentiende o desconecta de nosotros. ¡Somos hijos queridísimos!... Un misterio del que a penas si sabemos, pues no hay quien alcance a comprender en detalle la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo (Ef 3,18).
No obstante –sabedores de que nuestro paso por la tierra es un tiempo de prueba, que hemos de ser probados (1 P 1,17)-, afrontamos la vida y sus vicisitudes con confianza. El mismo san Pedro nos invita recordándonos que Dios se cuida de vosotros (1 P 5,7).
Por tanto, nada de preocupaciones estériles, nada de lamentos ni lloriqueos… ¡Nada de depresiones, ni desesperación!... ¡Hemos de ser fuertes!, sabedores que todo cuanto Dios permite en nuestras vidas es para bien (Rm 8,28).
Aunque la vida a veces sea dura en extremo, teniendo a Dios con nosotros, ¡seremos fuertes y perseveraremos en su Amor, hasta llegar al Cielo! Y si el sufrimiento nos golpeara duramente, ¡sabemos que el amor se prueba en el dolor!... ¡Y que sufriendo se ama más!...
La vida es una aventura… ¡Un tiempo que Dios nos da para amar!... No olvidemos –como decíamos antes- que hemos de ser probados como el oro en el crisol (1 P 1,7), a fin de ser hallados dignos de alcanzar la herencia celeste.
Así, pues, mientras permanezcamos en este mundo, aprovechemos los días que Dios nos dé en su Bondad, para amarle y servirle, ¡para glorificarle sin cesar, cumpliendo en todo su Voluntad!
Lo haremos en la medida en que, también, amemos y sirvamos a nuestros hermanos, los hombres y mujeres con los que compartimos la vida a diario, codo a codo. Ya sea en la familia, en el trabajo, con los amigos, practicando algún deporte…
Para ello, nos convendrá tener muy presentes las palabras de san Agustín, aquel santo Pastor de la antigüedad, que escribió: Si Dios es lo primero en el orden del amor, el amor al prójimo lo es en el orden de la ejecución[1]. Traducido a nuestro lenguaje sencillo y coloquial significa: Si bien es verdad que a Dios hemos de amarle sobre todas las cosas, nuestros hermanos necesitados –los que comparten la vida con nosotros- han de ser los primeros…
Eso mismo practicó san Vicente de Paúl, grandísimo apóstol de la caridad. A las religiosas que guiaba sacerdotalmente les mostró que si, en caso de necesidad y no poder preverlo, se acercara a ellas un pobre mendigando caridad, antes era él que estar orando con Dios… Dejar la oración para atender a un necesitado, no es dejarla: ¡es la mejor y más grande oración que podamos hacer!…
La vida es una aventura. Vivimos para amar. Lo enseñó el Maestro, Jesucristo: Quien quisiera guardar su vida para sí la perderá, pero el que por amor mío la perdiere la ganará (Mt 16,25).
El libro que tienes en tus manos, amigo lector, Tiempo de amar, nos recuerda esto: La vida es una aventura, un tiempo que Dios nos da para amar… Yo la describo como una especie de entrenamiento para lo que luego será nuestra vida en el Cielo: ¡Amar eternamente, y amar sin medida!...
Nuestras vidas han de entregarse al Amor. ¡No hay tarea más digna y provechosa!
PRESENTACIÓN
ABORTO: 15
ACCIÓN DE GRACIAS: 16
ALEGRÍA: 17-19
ALMA: 20
AMBICIÓN: 21
AMOR: 22-26
AMOR A DIOS: 27-45
AMOR A LA IGLESIA: 46
AMOR DE DIOS: 47-51
ÁNGEL DE LA GUARDA: 52
APÓSTOL: 53-60
APOSTOLADO: 61-97
CELIBATO: 98
CIELO: 99-102
COMPUNCIÓN: 103
COMUNIÓN DE LOS SANTOS: 104-105
COMUNIÓN EUCARÍSTICA: 106
CONCIENCIA: 107-108
CONFIANZA EN DIOS: 109-115
CONSTANCIA SANTA: 116
CONVERSIÓN: 117
CORAZÓN: 118-120
CORREDENCIÓN: 121-131
COSAS PEQUEÑAS: 132
CRISTIANO: 133-154
CRISTO REY: 155
CRUZ: 156
DEBILIDAD: 157-158
DEMONIO: 159-162
DESEOS SANTOS: 163-170
DESPRENDIMIENTO: 171-175
DIOS: 176-188
ENTREGA: 189-213
ESPERANZA: 214-221
ESPÍRITU SANTO: 222-229
EUCARISTÍA: 230-245
EXPIACIÓN: 246
FE: 247-264
FELICIDAD: 265-266
FIDELIDAD: 267-271
FILIACIÓN DIVINA: 272-276
FORTALEZA: 277-278
FRACASOS: 279-280
GLORIA DE DIOS: 281-282
GRACIA: 283-305
HOMBRE: 306-310
HUMANIDAD: 311
HUMILDAD: 312-336
HUMILLACIÓN: 337-345
IDEAL: 346-360
IGLESIA: 361-370
INFIERNO: 371-372
JESUCRISTO: 373-375
JUICIO DE DIOS: 376-377
JUSTICIA SOCIAL: 378
JUZGAR: 379
LIBERTAD: 380-382
LUCHA ASCÉTICA: 383-393
MARTIRIO: 394-398
MÉRITOS: 399
MISERICORDIA: 400-401
MÍSTICA: 402
MORAL: 403
MUERTE: 404-417
MUNDO: 418
ORACIÓN: 419-429
PACIENCIA: 430
PAZ: 431-432
PECADO: 433-444
PECADO MORTAL: 445
PECADORES: 446-457
PERDÓN: 458
PRESENCIA DE DIOS: 459
PROGRESO: 460
PROVIDENCIA: 461-462
PRUDENCIA: 463
PUREZA: 464
RECTITUD DE INTENCIÓN: 465-472
REDENCIÓN: 473-474
RESURRECCIÓN: 475
RIQUEZAS: 476
SABIDURÍA: 477
SACERDOCIO: 478-479
SACERDOTE: 480-486
SACRAMENTO DE LA PENITENCIA: 487
SALVACIÓN: 488-500
SANTA INDIFERENCIA: 501
SANTIDAD: 502-527
SANTÍSIMA TRINIDAD: 528-529
SANTOS: 530
SOBERBIA: 531
SOLEDAD: 532-533
SUFRIMIENTO: 534-540
TEMOR: 541
TEMOR DE DIOS: 542-543
TENTACIÓN: 544-556
TIEMPO: 557
UNIDAD DE VIDA: 558
UNIÓN CON DIOS: 559-561
VANIDAD: 562-566
VERDAD: 567
VICTIMACIÓN: 568-579
VIDA CRISTIANA: 580-600
VIDA ESPIRITUAL: 601-606
VIDA ETERNA: 607-618
VIDA HUMANA: 619-648
VIRGEN MARÍA: 649-663
VISIÓN SOBRENATURAL: 664-666
VOCACIÓN: 667-675
VOLUNTAD: 676
VOLUNTAD DE DIOS: 677-703
BIOCURRICULUM
FONDO EDITORIAL