Era el 11 de abril de 1.588 cuando Domingo de Zaldúa, una vez terminada la fachada principal de la iglesia, asumía este compromiso obligándose ha hacer vna obra de cantería para cubrir el cruçifixo y vmilladero conforme a la traça que lestá dada a condición de concluir los trabajos en el plazo de dos años y perder la décima parte de la tasación final. Ahora bien, el hecho de que este cantero no supiera firmar, al margen de su reconocida pericia manual, pone en evidencia sus limitadas dotes creativas y su incapacidad material de expresar sus ideas sobre el papel. De ahí que haya que atribuir las trazas de este pequeño edificio bien a Juan Pérez de Solarte o a Juan Pérez de Zaldúa, auténtico responsable, en definitiva, de dirigir las obras de la portada principal de la iglesia.

    En origen, la organización de este humilladero de planta cuadrada era bien sencilla y se limitaba a cuatro contrafuertes en los ángulos como apoyos de los arcos de medio punto que conformaban cada una de las caras, tejado a cuatro vertientes y decoración inexistente en la práctica.

    En cualquier caso, tras la ruina sufrida en el siglo XVII por la bóveda de terceletes y la institucionalización de la fiesta de San Gregorio el 4 de mayo de 1.642, se optaría por reconvertir esta estructura en ermita bajo la titularidad de Santa Ana.

    Pero este nuevo uso obligó a desmontar el Crucifijo y a integrar como parte del espacio un retablo barroco del siglo XVII del que forman parte algunas alguna de las imágenes más antiguas y entrañables de la localidad: un San Esteban titular hispanoflamenco de hacia 1.500, un San Juan Evangelista de estilo romanista que procede del antiguo relicario en templete de la iglesia parroquial y un San Antonio de Padua de finales del siglo XVII.

Textos y fotografías extraídas del libro !GUÍA HISTÓRICO-ARTÍSTICA MURILLO DE RÍO LEZA! autor José Manuel Ramírez Martínez

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