La iglesia parroquial de San Esteban de Murillo de Río Leza es de una sola nave de sillería con capillas laterales bajas entre pilastras corintias adosadas, las cuales se cubren con medios cañones y contrarrestan el empuje del cañón de la nave central. Presenta gran cúpula sobre el crucero y bóveda de tres paños en la cabecera. Responde, en general, al tipo de iglesia de ámbito unificado, de espacio central, toda vez que los brazos del crucero apenas se acusan en planta y tiende a ser un crucero único.

      Fue diseñada en el siglo XVI siguiendo un orden gigante de columnas corintias sobre las que se apoya un fuerte entablamento. Los intradoses de los arcos fajones que surcan el cañón de la única nave y los de las capillas laterales lucen decoración de resaltes de lacerías manieristas. En el siglo XVIII, la primitiva estructura de la capilla mayor fue sometida a una reforma, y este cambio es bien patente hoy en día tanto en lo arquitectónico como lo decorativo; mientras que los capiteles de la nave sostienen un entablamiento corrido y las capillas laterales siguen una misma altura, en los muros del crucero compartimentados en dos capillas cada uno, éstas se hacen más bajas y los capiteles adquieren relieve. La decoración de placas resaltadas a modo de ménsulas que hay en la cornisa superior que soporta la cúpula es barroca, al igual que la decoración de casetonado que hay en la faja abovedada que sirve de arco de triunfo y la tracería de claraboya con flámeros sobre el entablamento del crucero.

      La diferencia de estilos es perfectamente apreciable al exterior, por ejemplo, en los ventanales de la cabecera que lucen un arco moldurado mixtilíneo, rasgo muy característico del barroco avanzado. La iglesia en sí recuerda en alzado el tipo de edificios inspirados en los libros de Vitrubio y, sobre todo, las obras de Andalucía derivadas de la escuela de Diego Siloé. Aunque difiere bastante de "El Salvador" de Ubeda, es una de las más parecidas a ésta de la provincia.

    Posiblemente, en la primera mitad del siglo XVI se pensó en una iglesia de una nave con capillas altas entre los contrafuertes, pero esta misma idea sería desechada para concebir una estructura del tipo de "El Salvador" de Úbeda. Parece también muy probable que la traza que dio el maestro Martín en 1.560 se siguiera tan sólo para las partes bajas, y que la traza de lo que hoy se conserva en pie sea de 1.575, es decir, la nave del edificio más el primer cuerpo de la torre hasta la cornisa de glifos y metopas que hay en la parte alta. Todo lo del siglo XVI tiene gran uniformidad.

      De todos modos, como la cabecera había quedado pequeña con relación al resto de la nave y se encontraba en malas condiciones, Manuel de Beratúa dio traza en 1.764 para que ambas tuvieran la misma altura. Los administradores determinaron que se pusieran los correspondientes carteles en las ciudades y villas más importantes y se señaló como fecha del remate el 1 de mayo de 1.764. Este recayó en José de Bariñaga y Juan Cruz de Urízar.

      A finales del siglo XIX, la linterna que se erguía sobre la cúpula del crucero tuvo que ser demolida porque amenazaba ruina, y en esta operación perdió la vida un vecino del pueblo.

      El hecho de que la portada principal se abra hacia la calle de "La Torrecilla" nos indica que para el siglo XVI "La Villa" había decrecido en importancia ante el auge experimentado por "la segunda villa", sin obstáculos naturales que le impidieran expansionarse valle arriba.

    Situada al lado de la Epístola, en el muro sur, es de factura netamente manierista. Se trata de una espacie de hemiciclo con un cuarto de esfera que sigue modelos miguelangelescos y se encuadra a modo de arco triunfal romano, con un gran frontón con relieve del padre eterno y tres flámeros como acróteras en sus vértices.

      En este hemiciclo hay dos órdenes superpuestos de arco de triunfo. El primer cuerpo lo ocupa la puerta de medio punto que sirve de acceso a la iglesia, y el segundo una escena dedicada al titular. A ambos lados hay hornacinas vacías que quizá fueran proyectadas para contener esculturas, pero que, en cualquier caso, son huecos ciegos. Por el casetonado manierista de la bóveda de un cuarto de cañón y por la superposición de dos pisos, el inferior con columnas corintias y el superior con pilastras, para tener cierta semejanza con las construcciones de la escuela de Siloé. El artista que hizo la portada sigue de cerca la tónica general de las portadas de la región de Burgos y Rioja, concibiéndolas en arco de triunfo con figuras en las enjutas, friso y dovelas del arco decorados con cabezas de angelotes. Sin embargo, parte de la decoración del segundo cuerpo, dejando a un lado la escena central, no es del siglo XVI. El friso de vástagos ondulantes parece más tardío.

      Dichos pisos se cubren con una venera realizada en 1.587 por Domingo de Zaldúa, quien, sino esculpió toda la fachada, harían gran parte de ella, a excepción de las esculturas. En este cuarto de esfera están representados los cuatro Evangelistas, presidiendo el conjunto la figura de Cristo Resucitado y bajo ella el Santo Patrón rodeado de cuatro ángeles. Todos estos relieves, al igual que los dos ángeles trompeteros de las enjutas superiores y las representaciones de la Fe y Esperanza en las inferiores son manieristas.

      Parece evidente que la portada principal de la catedral de "La Redonda" de Logroño esté inspirada en ésta. Comparadas detenidamente las dos veremos que el planteamiento es casi idéntico.

      La escena central del segundo cuerpo, que representa la "Lapidación de San Esteban", es obra netamente barroca fue esculpida por Francisco Maeztu en 1.671, el mismo maestro que talló las imágenes y relieves del retablo mayor. Su composición escenográfica adolece de primitivismo y de los mismos defectos que las historias en relieve del retablo mayor. Para dar sensación de profundidad se somete a los personajes a un escalonamiento vertical que en nada corresponde a la realidad. Son caracteres rudos y toscos, Excesivamente fríos e ingenuos

    La portada del Evangelio, muro norte, es contemporánea de la principal. Al ser secundaria no existe la ambición de construir una gran obra, si no que se trata de hacerla sencilla y esbelta al mismo tiempo. Su esquema corresponde a un arco de triunfo coronado por un frontón con figura de Padre Eterno.

      Consta de dos pisos, el inferior con pares de columnas corintias a ambos lados de la puerta de ingreso, y el superior que contiene hornacina. Las dovelas del arco de medio punto lucen casetonado manierista del mismo tipo que el de la venera de la puerta principal. Las eolípiles del frontón son de fines del siglo XVI, de la misma época que las rosetas que decoran el casetonado de lintradós del arco de medio punto. El hecho de inscribir la portada profundizando en el muro es, de por sí, otra característica manierista.

    Se compone de tres cuerpos y es de un tipo muy extendido en toda la provincia de Logroño y ribera media del Ebro en general, por lo que se puede establecer un parentesco entre las torres de Logroño ("La Redonda"), Abalos, Haro, Santo Domingo, Oyón y otras tantas.

      Está construida a base de seguir estructuras de tipo paladiano con vanos surmontados de frontones curvos y triangulare salternando que no tienen ninguna labor constructiva, sino decorativa. La decoración de pilastras resaltadas, balaustres, molduras y vasos de flores es propiamente barroca, del último tercio del siglo XVII.

      Sobre los dos cuerpos inferiores, de sección cuadrada, se asienta otro octogonal con su chapitel.

      Su traza fue diseñada por Santiago Raon, vecino de Calahorra, y la llevó personalmente a Murillo en 1.683. El 26 de octubre de aquel mismo año se hizo escritura por la que Santiago se comprometería a construirla en 9.000 ducados.

      Comenzada la obra, ésta tuvo que suspenderse forzosamente. En la visita del 20 de febrero de 1.688 se ordenó que se dejara la torre como estaba, sin innovar más en su estado, ya que carecía de la licencia previa. Se multó al Cabildo con la pena de 500 ducados, los cuales se destinarían a los pobres y gastos del Hospital de Logroño.

      De cualquier modo parece ser que hubo acuerdo. La empresa prosiguió y en 1.693 Santiago Raon daba por terminados sus trabajos en la fábrica de la torre. Dicho maestro percibió 99.000 reales y su hijo José actuó como auxiliar para los diferentes cobros.

      En Murillo, Santiago Raon trabajó en compañía de Bernardo de Munilla, vecino de Viana, el mismo que más tarde aparece en la elaboración de la torre parroquial de Alcanadre. Este último se encargó de la hechura del chapitel y arcos sobre la portada principal, cobrando 4.350 reales por el primero y 5.500 por los segundos.

      Finalmente, el 30 de septiembre de 1.703 se hizo la última liquidación por las obras de la torre, chapitel y arcos de la portada.

    La antigua sacristía estaba situada, más que nada con carácter provisional, en el coro bajo, frente a la actual capilla de la Soledad, pero resultaba excesivamente pequeña y había problemas de iluminación. De ahí que en la visita del 29 de abril de 1.634 se ordene a los administradores que hagan las gestiones oportunas para que, en el plazo de un mes, se emprendiera la construcción de una nueva, ya que la fábrica contaba con más de 30.000 reales.

      La inició Agustín de Rucabado, pero con el paso de los años fueron surgiendo numerosas dificultades con los encargados de su realización, hasta tal punto que una empresa que parecía destinada a durar pocos años en un principio se prolongó excesivamente.

      Domingo Ochoa, cantero residente en Logroño, y Juan de Perusino, nombrados respectivamente por parte de la iglesia y Agustín de Rucabado para tasar la labor desarrollada por este último, acordaron, a fines de mayo de 1.640, que todo valía 38.879 reales. Dicho importe no convenció a Agustín de Rucabado y por este motivo cesó en la prosecución de la nueva sacristía, no sin antes perder 5.554 reales, la séptima parte del total, tal y como había sido acordado con el citado maestro en caso de abandono.

      Juan de Zumeta se comprometió a dejarla terminada, pero como los trabajos iban demasiado lentos y la iglesia necesitaba una sacristía con toda urgencia, los administradores de los bienes de la fábrica celebraron una reunión el 6 de marzo de 1.651 y creyeron oportuno despachar edictos estableciendo como fecha del remate el 10 de abril del mismo año. En su opinión se estaba dilatando tanto la construcción de la nueva sacristía que amenazaba con perderse todo lo existente.

      El remate fue ganado por José de Lanzagorta y Juan Martínez Arizmendi. Pero, tras haberse comprometido, y sin dar explicaciones, abandonan. Juan de la Riva tiene que hacerse cargo de ella en 1.654 y este mismo año Asensio de Echevarría acude a Murillo para estudiar su estado.

      En 1.655, José de Lanzagorta y Juan Martínez Arizmendi fueron citados a juicio en Logroño por incumplimiento de contrato y se obligó a los fiadores de éstos a pagar una elevada suma de dinero.

      Forzosamente las obras tuvieron que ser interrumpidas durante varios años, hasta que José Raon, maestro de obras, se personó en Murillo en 1.715 para abrir catas en la sacristía y hacer un estudio de la misma para determinar la seguridad que ofrecía, debido a que estaba a punto de arruinarse. La misma operación hicieron Gregorio de Arcola y Diego de Iriarte en 1.730.

      Enterado el Provisor de lo que estaba sucediendo, dio traza y condiciones en 1.737 para que se ajustara, bien con José Raon o con Juan Bautista Arbaizar. Dos años después, Ignacio de Azcarraga y Agustín de Azcarraga acudían a Murillo para reconocer la sacristía y tasarla definitivamente.

      José Raon, vecino de Calahorra, se decidió a terminarla por 28.000 reales de vellón, quedando a su cargo todos los materiales.

      José la deja en manos de Juan de Olaer y éste la concluye en 1.747.

       La Cripta del Santo Cristo se cubre con bóvedas de lunetos y arcos rebajados sobre pilastras levemente resaltadas.En su interior se asienta un retablo con pares de columnas de fuste ondulante que se remata por frontón de vuelta redonda. En su zócalo, varias pinturas que representan dos ángeles con lanza, Cristo en la Cruz, Flagelación, Coronación de espinas. "EcceHomo" y Ángel con gallo. El titular es un crucifijo de madera de la segunda mitad del XVII. A sus pies existe otro de fines del XVII.

    Se puede emparentar con las de" Santa María la Redonda" de Logroño, También en esquema de arco de triunfo, que se impone desde el Renacimiento, pero con elementos completamente barrocos. El cuerpo superior se une al inferior mediante aletones de hojarasca para eliminar la dureza de ángulos duros. Se colocan zapatas bajo las columnas del segundo piso para que de esta forma no tenga apoyo estable, y se llenan de hojarasca las enjutas de la portada de medio punto y las hornacinas laterales. Entrantes y salientes en planta que están muy de acuerdo con las corrientes estilísticas de la época.

      Su artífice fue el cantero Juan de Olaer, vecino de Logroño, ayudado por los escultores Francisco Ramírez de Arellano, vecino de Albelda, que fue quien talló los capiteles de las columnas de los dos cuerpos, florones del friso central y tarjeta rococó que luce la fecha de terminación, y Francisco Garietas, también vecino de Logroño, que esculpió y labró los frisos intercolumnios del pedestal del segundo cuerpo para que tuvieran uniformidad con los pedestales de las columnas. Francisco Ramírez de Arellano recibió 250 reales en 1.742 y Francisco Garietas 67 reales y 17 mrs. en 1.747.

    Este órgano de Murillo de Río Leza, lejos de ser contemplado como una pieza aislada, habría que ponerlo en relación con ese manojo de obras que se hicieron en la iglesia a finales del siglo XVIII como colofón de un largo y costoso proceso decorativo que había comenzado muchos años antes. Así, los retablos de San Pío y San Faustino, el cancel de la sacristía y la caja de este órgano no sólo serían hechos por unos mismos artistas (seguramente los encargados también de ejecutar los retablillos que sirven de coronamiento a la cajonería de la sacristía), sino que estas piezas (a excepción del cancel, lógicamente) serían también policromadas por Ramón Garrido un pintor que contaba con la absoluta confianza de los administradores del templo. Basta relacionar la caja de este órgano con la de Aldeanueva de Ebro para detectar unas querencias estéticas que tienen su origen en el carpintero-arquitecto Carlos de Tejada, vecino de Logroño...

      El órgano en cuestión fue contratado el 21 de marzo de 1.792 con Manuel de San Juan, vecino de Logroño en 20.000 reales, sin contar con los dos registros del órgano viejo que Manuel de San Juan se quedó también en su poder, siendo reconocido y aceptado en nombre de los administradores por el técnico don Juan José González de Castillo con fecha 21 de julio de 1.793. El 16 de septiembre de 1.795 Ramón Garrido se obligaba a dorar toda la caja por 9.000 reales. Con posterioridad fue reformado con el fin de ampliar sus posibilidades musicales y hoy presenta dos niveles de secretos complementarios.

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