La fisonomía de Murillo está condicionada por los ríos Jubera y Leza, tan temidos en siglos pasados por los administradores de los bienes de la iglesia parroquial a causa de sus abundantes y peligrosas crecidas estivales. Discurren por un valle rico en huertas y juntan sus cauces en el término denominado "Los Agujerones", a corta distancia de "La Villa".

    El origen del pueblo parece estar estrechamente vinculado con la calzada romana que ascendía junto al Leza, río que según algunos sirvió de frontera entre berones y vascones, hasta la sierra de Cameros. La cerámica que aparece a flor de tierra en los campos es abundante y en jurisdicción de Agoncillo se levanta el relleno de los pilares de lo que en otros tiempos fue un puente-acueducto. Jesús de Leza afirma que "en el termino de Cuestarrón pueden apreciarse restos de una necrópolis romana y un aljibe... y cerca del mismo se hallaron una estatua representando a Mercurio y varias lápidas y monedas de aquella época". De cualquier modo, lo cierto es que en el Museo Provincial de Logroño existe un ara dedicada a Mercurio, cuyo culto se halla ligadoa una calzada por ser el protector de los viajeros.

    En un principio existían dudas acerca de su procedencia, pero F. Fita asegura que fue encontrada en término de Murillo de Río Leza, afirmación que corrobora H. Morestin, que hizo un estudio detallado de la misma. Un supuesto campamento romano estratégicamente situado para vigilar esta vía sería la base para la posterior formación de los poblados de San Vicente, Villata (actual Villatagote), barrio de San Bartolomé y Murillo. Este último terminaría por absorber la población de todos ellos por ofrecer mayor protección y estar mejor ubicado.

    Para el siglo IX, Murillo ya habría alcanzado un auge notable y se vería favorecido por la actividad desplegada por los habitantes de raza musulmana que afluyeron en busca de buenas tierras de cultivo al amparo de la vega. "La Villa" en aquellos tiempos, al igual que ahora, era un recinto formado por un conjunto de casas agrupadas en torno a una plazoleta cuadrangular a modo de muro defensivo. Es precisamente esta disposición la que da nombre al pueblo.

    En el siglo IX acude a estos lugares una colonia de monjes ermitaños que excavan sus moradas en el monte arcilloso sobre la confluencia de los ríos: tal es el origen de "Los Agujerones" y "Caseta de los Moros".

    Un poco después tiene lugar la llegada de pobladores navarros que se funden con la población del pueblo. Poco a poco Murillo crece y se desarrolla. Las casas se distribuyen a ambos lados de una calle principal siguiendo la dirección que marca el valle, y es así cómo en los siglos XII y XIII se forma la segunda villa, de análogas características y con el tipo característico de urbanización cristiana en bastida. Esta tendría una puerta de acceso de la que se conserva el nombre de "Calle de la Puerta Nueva" y una torreta de vigilancia en lo que hoy es "Calle de la Torrecilla". La "Calle Chica" y las que de ella parten serían ciegas en origen.

    La reina D.ª Estefanía, viuda de D. García, dejó en testamento a su hijo Ramón el año 1.066 varios pueblos, entre los que se cita Murillo. En el 1.366, Enrique II dio a D. Juan Ramírez de Arellano el señorío de Cameros en pago a sus servicios, e incluye a Murillo.

    En el siglo XIX se abolieron los señoríos y fueron reestructuradas las provincias españolas. Murillo, que había sido incorporado a la provincia de Soria, pasó a formar parte, desde entonces, de la de Logroño.

Sigue las flechas